Río de Janeiro
Carrozas, disfraces, color, música y samba -mucha samba- son los principales ingredientes
del carnaval más afamado de Brasil. Miles de personas desfilan por el sambódromo en
medio de una multitud venida de todo el mundo. Y es que la fiesta reúne cada año a cinco
millones de personas, de los que cerca de un millón son turistas.
Durante meses, las escuelas de samba, las auténticas almas del carnaval de Río, preparan
las comparsas, que en ocasiones pueden llegar a integrar hasta cinco mil participantes, y
ensayan sus composiciones con el objetivo de sorprender y contribuir a hacer todavía más
grande la leyend.
Venecia
a
En esta ocasión, máscaras, trajes de época y un escenario de ensueño, con los canales de fondo, permiten retroceder en el tiempo. A diferencia de Río de Janeiro, el carnaval de Venecia repite cada año un ritual que se remonta a finales de la Edad Media y que tuvo su máximo esplendor en los siglos XVII y XVIII.
Durante diez días, la elegancia y el glamur están presentes en los espectaculares desfiles de disfraces de la plaza de San Marcos, en los grandes bailes en fiestas públicas y privadas y en las procesiones de barcos tradicionales por los principales canales de la ciudad. Tras un antifaz, el visitante descubre en Venecia una ciudad incomparablemente bella.
Oruro
Aunque tal vez desconocido por el público europeo, el carnaval de Oruro es uno de los más peculiares y espectaculares no sólo de Latinoamérica, sino de todo el mundo. Declarado en 2001 Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad por la Unesco, la ciudad boliviana celebra una fiesta mitad religiosa, mitad pagana, que mezcla tradiciones indígenas y españolas.
La fiesta honra a la Pachamama, la madre tierra, y a la Virgen del Socavón, a la que se le dedican desfiles y coreografías. Las luchas entre el bien y el mal, la presencia de los pecados capitales, las danzas de origen afroamericanas… todo ello está muy presente en una manifestación de cultura viva y de folclore único, en el que participan y se divierten viejos y niños de toda clase social.
Barranquilla
Al igual que Oruro, el carnaval de Barranquilla recibió en 2003 la consideración de Patrimonio de la Humanidad. Fusión entre la tradición católica y antiguas fiestas paganas, se ha convertido en una cita ineludible llena color, música y el baile, con la cumbia colombiana como protagonista.
La batalla de flores supone el pistoletazo de salida de cuatro días de fiesta y diversión, en los que desfiles de carrozas, comparsas y grupos de baile se suceden. El festival de orquestas y la presencia de personajes populares como el Rey Momo o el Hombre Caimán hacen acto de presencia, finalizando con el entierro de Joselito Carnaval.
Nueva Orleans
Quien ha asistido alguna vez al Mardi Gras –martes graso-, nombre con el que es conocido el carnaval de Nueva Orleans, no lo olvida jamás. La influencia francesa y los colores púrpura, verde y dorado, que simbolizan justicia, fe y poder, están muy presentes en la puesta en escena de una de las grandes citas del estado de Luisiana, que se remonta a principios del siglo XVIII.
Las celebraciones empiezan el 6 de enero y se prolongan durante semanas con desfiles de carrozas, bailes de máscaras y, por supuesto, con los king cakes –una especie de roscón de reyes muy típico-, hasta los días previos al Mardi Gras. Es entonces cuando la fiesta llega a su punto más álgido, con los desfiles organizados por las krewes- las peñas carnavalescas- en su mayor esplendor, con algunas carrozas que cuentan con invitados ilustres que lanzan collares y juguetes al público.